Opinión: "Defendamos la Patagonia"

31 Marzo 2016

Lamentablemente Patagonia ha sido desestimada históricamente por la ignorancia de los gobiernos, los intereses creados y el centralismo llegado desde la Moneda, acrecentando la deuda histórica del Estado de Chile con el territorio.

Andrés Gillmore... >
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Patagonia es una palabra hermosa bajo todo punto de vista, evoca territorios extensos, flora y fauna intocada, ensoñación, aventura, ríos, lagos, glaciares, bosques, libertad, contacto con la naturaleza, calidad escénica y ambiental; es lo que se reconoce como una marca registrada reconocida a nivel planetario, con denominación de origen.

A nivel mundial Patagonia crea en el imaginativo todo lo arriba expuesto y posiblemente mucho más, además de ser un referente internacional con el cual se reconoce a Chile internacionalmente, siendo un producto turístico de calidad, reconocible sin muchas explicaciones; tal como no las necesitamos cuando nos hablan del Caribe o de Mercedes Benz.

Es fundamental que se entienda que Patagonia es mucho más que todo eso, también es vida en comunidad, cultura, historia, forma de hacer, sociabilidad, medioambiente, calidad escénica, emprendimientos ganaderos, agrícolas, frutícolas y turísticos, de esto poco se sabe incluso en nuestro querido Chile. Bajo estos términos fundamentales, el territorio patagón tiene un significado mucho más global que interno, que indudablemente es más que un lugar bonito para visitar y pasar buenos momentos al aire libre en vacaciones.

Patagonia en la actualidad a nivel turístico se podría decir que esta de moda, con todo lo bueno y lo malo que eso significa, ante la presión en términos administrativos de lo que significa tener que adecuar sosteniblemente el aumento considerable de visitantes año a año y las oportunidades de negocios explotando sus recursos naturales por parte de las transnacionales. Ante esta realidad que no es un tema menor, debemos tener la capacidad como país de crear las condiciones de sustentabilidad para protegerlo ante la sobre explotación que eso conlleva, tanto productivamente como en el mundo de los servicios.

La única manera de realizar un trabajo serio y profesional con proyección de futuro, es que debemos tener la capacidad de calcular adecuadamente la capacidad de carga de todas las actividades productivas y de servicio que se desarrollan en patagonia. Para ello se hace imprescindible desarrollar lo que se ha denominado como el Estatuto de la Patagonia, que dicte normas y protocolos de trabajo, dirigiendo la intervención territorial bajo todos los puntos de vista e indistintamente de la actividad, para que comunidades, visitantes y empresas que deseen desarrollarse en el territorio, tengan reglamentos que cumplir, bajo planteamientos y objetivos netamente patagónicos en armonía con el medio.  

La patagonia chilena, comienza en el límite sur de la provincia de Llanquihue y termina en la región de Magallanes, con 24 comunas, 25,8 millones de hectáreas y 74 mil kilómetros de borde costero, representando un poco más de la tercera parte del territorio continental Chileno. Los recursos naturales de su flora y fauna, la belleza del paisaje y el futuro de sus comunidades que se sustentan en su calidad ambiental, pasan en la actualidad por serias zozobras ante los intereses de las transnacionales, que constantemente intentan introducirse en su territorio para lucrar de su medio ambiente, ante una jurisprudencia altamente deficitaria, que les permite realizar dentro de sus fronteras lo que no pueden realizar en sus países; a pesar de los grandes esfuerzos de entidades privadas y de muchas comunidades que entran en batalla por sus derechos, que reconocen el valor intrínseco patagón, luchando a diario para no permitir que empresas sin ética desarrollen sus procesos productivos en sus territorios.

Existen en la actualidad una importante cantidad de proyectos de gran magnitud realizados por transnacionales extranjeras y otros en carpeta, que han intervenido el territorio, sin entregarles garantías algunas a las comunidades, proceso que con el tiempo han alterado el valor ambiental, social, histórico y cultural de Patagonia, desvirtuando las ventajas comparativas con que cuenta el territorio y la proyección de desarrollo de sus comunidades.

En el extremo austral de esta maravillosa patagonia chilena que comparativamente con los inicios de la patagonia en Llanquihue, se encuentra casi intocada, ya encontramos en los territorios de Aysén y Magallanes, indicios de una intervención despiadada con proyectos de desarrollo energético y mineros, que no cumplen con las normas ambientales y eso es preocupante; porque se sustentan en una legislación ambiental, diseñada especialmente para permitirles a estas empresas hacer de las suyas y con ello desarrollando todo tipo de contaminación en las comunidades aledañas y en muchos veces afectando la misma salud de los pobladores.

En la actualidad no existe un protocolo de certificación de producción y un formato de desarrollo servicios, que permita decisiones certeras de protección ambiental del territorio, creando un vacío imperdonable en la legislación, dificultando la calificación ambiental, social y económica. Como ejemplo de esta triste realidad y lo devastador de la legislación, esta la aprobación de la ley de Pesca y Glaciares, que no es más que un atentado ante la propia territorialidad de Patagonia, apoyado por gran parte de los parlamentarios patagones.

El 60 % del territorio patagónico, es un sistema natural intocado por la mano del hombre, encontrando la última reserva de agua dulce de Chile en cantidad y pureza en Campos de Hielo Norte y Sur (Aysén y Magallanes), además de espléndidos paisajes, su maravillosa biodiversidad, su endemismo y su increíble diversidad climática.

Lamentablemente Patagonia ha sido desestimada históricamente por la ignorancia de los gobiernos, los intereses creados y el centralismo llegado desde la Moneda, acrecentando la deuda histórica del Estado de Chile con el territorio, abandonandolo sistemáticamente, implantando políticas públicas poco certeras en su base de sustentación, con políticas de desarrollo poco sustentables en el tiempo; haciéndose imperiosa la necesidad de establecer y desarrollar en consecuencia el Estatuto de la Patagonia para su preservación.

El objetivo de un Estatuto Patagónico, en una primera instancia sería la oportunidad de ordenar su funcionamiento, mantener sus cualidades excepcionales, proteger su valor y denominación de origen y transformar su territorio en un ejemplo efectivo de regionalización, priorizando el desarrollo inclusivo de todas sus comunidades con armonía ante el medio, mejorando su conectividad interna como un todo, sustentando un modelo propio de desarrollo; incentivando la economía local, otorgandole valor agregado al recurso natural y cultural, democratizando la toma de decisiones, permitiéndole un ordenamiento territorial participativo defensor de su condición de RESERVA DE VIDA.

En la actualidad no existe una legislación específica que resguarde sus valores ante lo que significa hacer desarrollo en Patagonia, sobre todo si tomamos en cuenta la globalización y los innumerables Tratados de Libre Comercio (TLC) y la posible entrada de Chile al TPP (Tratado Trans Pacífico).

Este vació jurisdiccional, hace que el territorio en la actualidad se encuentre a merced de actividades económicas y industriales de todo tipo, que no cuentan con una fiscalización ambiental profesional, incluso el mismo turismo de intereses especiales carece de un fundamento propio; por lo tanto corriendo el riesgo inminente de destrucción.

Por Andrés Gillmore Evers